EL VERANO DEL PECADOR DE LA PRADERA

|
Somos unos fistros sin remedio, de modo que también nos ausentamos de casa durante las vacaciones, como cualquier hijo de vecino. Se acabaron las birras entre horas, los Doritos tamaño familiar, los desvaríos alrededor de un salón mal amueblado. Como mínimo, hasta septiembre. Vamos mientras tanto a hacer un entrenamiento con el Follet Tortuga para alcanzar la polimatía, cazar pirómanos negligentes y comprar un par de compañías en Hollywood. Es la única forma de poder volver tras las tormentas de agosto con la cabeza alta. Al menos para seguir pagando el alquiler.
Hasta entonces, un placer.

No hay comentarios: