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Comentando que nadie en el piso se enteró la semana pasada de que Javi estaba enfermito, animalillo, ninguno nos preguntamos, así de entrada, el por qué de la ausencia de Silvia. Una cadena de negligencias que bien podría acabar en una sala del Tribunal Supremo. Somos inconscientes, metemos las narices donde no nos toca, y salimos ambientados de la situación y recordando viejas anécdotas. Damos palmas como pequeños de 5 años que no saben hacer la 'o' con un canuto. Y reímos y lloramos a partes iguales, como extraños adultos huérfanos de un mago de la literatura.

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