LOS GEMELOS GOLPEAN DOS VECES

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Es posible que Gerard no nos explique tantas cosas como querríamos sobre su sonada despedida de solteros. Pero también es posible que no esperáramos en el piso la visita de un antiguo compañero, que siempre nos da conversación gustoso. Y ahí estamos, en ese bonito reencuentro, que además coincide con una suerte de hito en la historia de nuestras birras caseras, y que igual se mezcla con el ronroneo de los gatos (D.E.P. Naim, para los más antiguos vecinos) como con la fusión religiosa. Lo nuestro es pura espiritualidad. Espirituosa.

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